Hoy les quiero presentar una leyenda cubana repleta de historia y mito: la leyenda de la Torre Iznaga. Todo comenzó en el antiguo Valle de los Ingenios, cercano a la ciudad de Trinidad, donde se erige una hermosa torre de 45 metros de altura que completa la estructura de una casa de plantación azucarera.
A inicios del siglo XIX, alrededor del año 1816, Alejo María Iznaga y Borrell, rico propietario de los ingenios azucareros, decide construir una torre que aluda a su riqueza y poder, tan alta que todos sus terrenos sean vistos desde ella, tan magnífica que sea un recordatorio constante de su status en la industria azucarera y tan fuerte que permanezca en pie después de su muerte, como símbolo de su grandeza. En la época fue la edificación más alta de toda Cuba y de ella colgaba una enorme campana que anunciaba el inicio y el fin de la jornada laboral de los esclavos, los períodos de oraciones y rezos a la Virgen María y, en ocasiones, fue usada como alarma para alertar sobre el peligro, ya fuera un incendio o la fuga de algún esclavo.
Sin embargo, lo más interesante de la Torre Iznaga son las leyendas que se han creado alrededor de ella, como aquella que relata la historia de una joven y hermosa novia que murió encerrada en lo alto de la torre. Sigan la lectura para descubrir qué ocurrió con la bella dama.
Como ya les había comentado, los Iznaga Borell eran una de las familias más ricas de la zona, con grandes terrenos empleados en el cultivo de la caña de azúcar y miles de esclavos que trabajaban día tras día sin descanso. De hecho, para 1826 los hermanos Alejo y Pedro Iznaga eran los propietarios de toda la comarca. En ese momento, Don Alejo, quien ya tenía todas las riquezas deseadas decide buscar el amor y a los cincuenta años contrae nupcias con una joven muchacha de la alta sociedad a la que apodaban, la niña Juana. Al parecer y según contaban los habitantes de la comarca, Juana no estaba a favor de este matrimonio, pero nada podía hacer para impedirlo.
Así pues, comienza una vida de tormentos para ambos. Don Alejo, consumido por los celos que le provocaba un joven mozo que cada día pasaba a caballo frente a su casa, decide retar al joven a un duelo que termina con la muerte de este. Al instante, agarra a su esposa y la encierra en el penúltimo piso de la inmensa torre, acompañada de su soledad y condenada a observar, desde lo alto de la torre, los verdes paisajes sembrados de caña. Después de un tiempo, la joven Juana fue devorada por la tristeza y el delirio, cayó enferma y murió.
Desde entonces, cada noche de luna llena, los habitantes de la comarca afirman ver una figura vagando por los últimos pisos de la torre, vestida de blanco y despidiendo un poderoso halo. Algunas veces, comentan, es posible ver un hermoso rostro de mujer asomado a la ventana y llorando a la luna, sus lágrimas en forma de perlas se convierten en parte del aire. Asimismo, quienes pasan cerca de la torre, son capaces de oír los lamentos y gritos de una muchacha que suplica que la liberen de su castigo.
Pues, ya ven, la leyenda surgió del trágico final de la niña Juana. Pero si realmente desean saber la verdad, los invito a visitar la Torre Iznaga, construcción que aun hoy día se conserva, como una vez lo quiso Don Alejo, junto a la casa y algunos de los barracones de los esclavos, donde seguramente se ocultan otras leyendas por descubrir.