Luis Alberto García es sin lugar a duda alguna uno de los 5 actores cubanos más populares y conocidos en la Isla en las ultimas 3 décadas. Su aparición en una serie, una telenovela o un filme es sinónimo de calidad y talento, y resulta muy difícil que no recordemos al menos una de sus actuaciones.
Actor de carrera, graduado del Instituto Superior de Arte en el año 1984, se ha convertido en referencia dentro de los de su generación.
Se consagró como actor con el filme de Fernando Pérez: Clandestinos. Su memorable actuación junto a Isabel Santos quedó grabada en la memoria de los cubanos y con ella se abrieron las puertas a un sin número de personajes que lo han mantenido en la élite de la interpretación cubana. Su rol en Algo más que soñar lo consolidó como figura entrañable e imprescindible dentro del panorama de la interpretación en Cuba.
Sus personajes van desde policías encubiertos hasta motoristas frustrados y ha navegado tanto por la interpretación lírica como por la comedia.
Su cercanía con otros campos como la pintura, la realización fílmica, la música y la literatura son ampliamente conocidas. Su espíritu inquieto le llevó a realizar uno de los documentales más completos que se le hayan dedicado al historiador de la Ciudad de la Habana Eusebio Leal Spengler, «Leal al Tiempo»
Aunque dice no sentirse atraído por la idea de que las películas tengan un mensaje, asegura que el cine sí debe mostrar, de forma artística, la sociedad, los seres humanos con sus aciertos y desaciertos.
Es que el actor, consagrado entre los mejores de Cuba, considera que la nueva generación de intérpretes y cineasta es consecuente y ha perdido el miedo. Aunque dice que a veces el miedo es producto de la autocensura, asegura que la censura también ha disminuido en el cine cubano de hoy, y la tecnología moderna ha puesto su mano.
Se trata un actor con una sólida talla intelectual -como pocos- que le ha valido el respeto del público y de sus colegas, y que le ha llevado a enrolarse en proyectos que, para otros, serían de una impensable temeridad.
De sus tres hermanos fue el único en abrazar el oficio del padre, otro gran actor, y se considera un hombre muy afortunado por la elección.
Los afortunados somos nosotros, que desde “Clandestinos” (Fernando Pérez, 1987) hasta hoy disfrutamos de su arte.
Por eso el cine no morirá, porque atesora actores así y directores sabios a la hora de escoger a intérpretes que nos harán soñar por siempre.