Hoy está de cumpleaños el actor cubano Frank González, el que quizás sin saberlo sea uno de los más queridos y seguidos por los niños en la Isla pues por décadas fue la voz detrás de Elpidio Valdés. Otros, los más adultos, quizás todavía tengan presente su espectacular interpretación del famoso personaje de «el amarillo» en la telenovela «Si me pudieras querer», en aquel inolvidable solar habanero que puso delante de la pantalla a miles de cubanos para disfrutar de uno de los melodramas más recordados de los últimos años.
Durante el servicio militar descubre su afinidad por las artes escénicas y con el movimiento de aficionados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) participa en varios festivales formando parte de grupos de pantomima y teatro.
Su interés por la actuación llegó de casualidad, pues comenzó como aficionado en grupos de teatro, y su entrada en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), en 1967, nada tenía que ver con pararse delante de las cámaras o prestar su voz para darle vida a otros, pues su primera labor allí fue como diseñador de vestuario y decorador.
Sin embargo, durante estos años comenzó a prepararse con los grandes, y bebió del conocimiento de grandes de la radio y la televisión como Roberto Garriga, Marta Jiménez Oropesa, Odilia Romero y Oscar Luis López.
Su gran talento le permitió solo dos años después, en 1969, comenzar a actuar en la programación dramática de radio y televisión, donde permaneció desde entonces, hasta que el cáncer le cambio su vida.
Durante los años setenta, cuando la televisión era en vivo, realizó novelas, teatro clásico, y más de catorce aventuras: Los Konsomoles, La guerrilla del altiplano, ¡Viva Puerto Rico Libre!, Los mambises, Los pequeños fugitivos… Pero tiene un recuerdo especial con Los comandos del silencio, dirigida por Eduardo Moya, cuya trama versaba sobre el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y transcurría paralelamente a las acciones que acontecían en Uruguay, de ahí su gran audiencia y extraordinario éxito en Cuba.
Tuvo la oportunidad de codearse con los mejores directores y actores de la época, como Reynaldo Miravalles y Enrique Santisteban, además de incursionar en las producciones teatrales del gran humorista cubano Alejandro García Virulo How are you, Claudio, La divina comedia, La Candela…, y en programas infantiles de televisión como Tía Tata cuenta cuentos, ¡A jugar! y El camino de los juglares.
En el cine, Frank también logró éxito, participando en una coproducción cubano-peruana sobre la vida del inca José Gabriel Condorcanqui, titulada Tupac Amaru, y en las películas cubanas Dolly back, de Juan Carlos Tabío, Premio Coral del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, Se permuta, Baraguá, En tres y dos, y La entrevista, un corto humorístico, entre otras.
El pasado año pudimos verlo en publico, cuando lo reconocieron con el Premio Nacional de Televisión 2019, y es que la edad es cruda y no perdona, pero además, no llega de la misma forma para todos.
Ya su rostro no es el mismo, su mirada parece perdida, y el Frank González que muchos recuerdan se ha esfumado. Yo me niego a olvidar al hombre que me hizo reír tantas veces con sus incontables interpretaciones de Elpidio Valdés, Landaluze, Cortico, Harry y Chester Chains, el espía Manolo, Valeriano Weyler, Jim y Joe (Ayudantes del sheriff) y el Capitán del Eagle.
Su extensa carrera merece ser recordada con un gran homenaje, pues como siempre sucede, artistas de su talla en Cuba terminan rozando la peligrosa zona del olvido.
Frank González no solo tenía la habilidad para cambiar la voz y hacer creer que era mil personas a la vez, sino que era capaz de lograr dar vida a una caricatura. Así de espontáneo resultó su talento, su luz propia. Pocas veces lo he visto reír, y es casi una ironía porque innumerables generaciones se han divertido con su voz.
No hace falta decir las incontables frases manidas que expresan cómo Frank González se ha ganado la eternidad en el arte y un sitio en la cultura cubana. Basta con decir que mientras exista Elpidio Valdés, el actor que le dio vida al icónico personaje vivirá en cada una de sus aventuras. Este pillo manigüero llegó para quedarse entre nosotros.