Se cuenta que por allá por 1532 se le ocurrió al hijo de Juana La Loca y Felipe el Hermoso, reyes de España, el crear una moneda utilizando plata del metal proveniente de una mina de México que acababa de ser descubierta, y nombrarla “thaler”, igual que las alemanas que se imprimían en los valles de Bohemia.
Los españoles, que por aquel entonces se encontraban en tierra aztecas, acataron la encomienda del rey, pero como desconocían la combinación de la letra t con la h, la sustituyeron por la d y llamaron daler a la nueva moneda oficial de España.
Posteriormente, idearon agregarle a la moneda las dos columnas de Hércules, efigie que da origen a la figura de la S, atravesada por dos rallas verticales y que simboliza el dólar actual o la riqueza.
Ya en abril de 1791, George Washington adopta el daler mexicano como la moneda oficial de Estados Unidos, aunque no pasó mucho tiempo para que empezaran a llamarlo dólar debido a la fonética inglesa.
Durante los primeros años de la Cuba republicana circulaban varias monedas: el dólar estadounidense y la moneda española impresa en 1869. Por aquel entonces, no fueron pocas las protestas llevadas a cabo por tabaqueros criollos para exigir que el pago de sus jornadas fuese en dólar norteamericano, ya que tenía más valor.
En los tiempos actuales un dólar equivale (en teoría) a un peso convertible, quien su vez tiene el mismo valor que 24 pesos cubanos. No obstante, la curiosidad histórica de esa moneda norteamericana no termina ahí y perdura hasta nuestros días.
Durante los años setenta, el dólar comenzó a ser conocido en Cuba como “fula”, lo cual en el dialecto de los ñáñigos quiere decir candela o pólvora. Aquello se debía a que llevar un dólar en el bolsillo era estar expuesto ser enviado a prisión de acuerdo a las leyes del gobierno cubano.
Luego de fula, pasó a ser fao, palabra proveniente de la inglesa foul, que en el béisbol se utiliza para nombrar al pelotazo que se van fuera de las líneas que marcan si una conexión es válida o no.
Luego de muchos años de persecución por parte de las autoridades, y de haber mandado tras las rejas a no pocos, el dólar comenzó a ser aceptado en el país a partir del 13 de agosto de 1993, cuando se aprobó una ley para ello.
De esta forma, y durante 11 años, el dólar norteamericano se convirtió en el rey de las monedas en Cuba, hasta que en el 2004 el peso convertible (CUC) le “serruchó el piso”.
No obstante, ni siquiera tomando en cuenta que durante años el CUC sirvió (si, porque ahora mismo su valor va cuesta abajo) para comprar en las tiendas recaudadoras de divisas, los cubanos lo miraron siempre con recelo, ya que se trataba de una moneda que no tenía validez en ningún otro país del mundo y que el Gobierno cubano imprimía a su conveniencia.
Con la apertura de las nuevas tiendas en MLC el gobierno cubano ha apostado nuevamente por la entrada directa de moneda fuerte a sus arcas, dando una estocada al pulmón a numerosas familias que, al no tener quien les deposite remesas del extranjero, se encuentran a merced de la escasez de ofertas que va quedando en las tiendas de CUC, las cuales tienen los días contados en la Isla.
Al CUC se le empezó a conocer como chavito, como si se tratase del dinero falso que utilizan los más pequeños en los juegos de mesa infantiles, mientras que, al dólar, aquél que nació en España, se bautizó en México y se multiplicó en Estados Unidos, se le recuerda con nostalgia y hoy solo es posible hacer uso de él para comprar en las nuevas tiendas y efectuar el pago mediante una tarjeta magnetica, pero nada de manejar «los verdes» con la mano.