De seguro si has estado esperando un ómnibus en Cuba, has participado en alguna marcha o movilización, o simplemente te has sentado en el muro del malecón, lo más probable es que hayas visto a alguna persona (o varias) que desfilan de aquí para allá con sus manos cargadas de cucuruchos de maní y que pregonan el producto de las formas más curiosas.
Sin embargo, es posible que no conozcas que este producto ha logrado mantenerse vivo tras no pocos embates y restricciones comerciales impuestas al sector privado.
En 1968 se llevó a cabo en Cuba una “Ofensiva Revolucionaria”. Con esta, fueron nacionalizados los negocios privados y solamente quedaron algunos pocos productos alimenticios que pudieron seguir comerciándose de forma no estatal.
El maní se siguió vendiendo en las calles a pesar que sus vendedores no contaron con la posibilidad de una licencia hasta el año 2008.
Tanta fue la popularidad del producto que llegó a ganarse el protagonismo en una de las canciones más conocidas en Cuba, y que sin querer se convirtió en el pregón más popular para su venta.
Resulta cotidiano escuchar a los vendedores de este alimento como lo pregonan entonando «maní, manisero se va» y resulta llamativo todo el tiempo en que este estribillo pasó en la clandestinidad para que la venta de cucuruchos de maní no fuera descubierta por las autoridades.
El maní se vende en cucuruchos, aunque también se muele y se vende como turrón. Quienes lo venden, prefieren adquirirlo directamente a los campesinos o algún intermediario conocido como “primera mano”, ya que en los mercados estatales el producto llega a costar casi el doble de lo que puede encontrarse “por la izquierda”.
Son muchas las historias de familias en el campo que subsistían gracias a la venta de maní y que incluso cocinaban con el aceite que extraían de estos granos.
Mucho fue el sigilo que tuvieron que superar y las huidas de la policía para que no le fueran confiscadas las cargas.
El caso de Marcial y su familia es un ejemplo claro de familias consagradas a la venta del maní, hoy ellos cuentan con licencias para vender este producto de forma ambulante y también con licencia para fabricar los turrones que comercializan que no solo son del llamado manía molido sino que ya se alcanzan nuevas modalidades como el maní en grano en forma de turrón, el turrón de alicante y los cucuruchos garapiñados que sin dudas resultan una delicia también.
Lo más curioso de esta historia es que Marcial y su esposa se conocieron ejerciendo juntos como ingenieros en una empresa estatal y de ahí emprendieron este negocio que como ganancia triplica el salario que tenían antes de dedicarse a la venta del grano hace ya cuarenta años.
El Maní en Cuba y cacahuete en otras regiones se ha posicionado como uno de los alimentos más consumidos tanto como dulces como para acompañar las bebidas pero sin duda como el cucurucho y los turrones Cubanos no creen que haya comparación en otro mercado.
Es un placer y una delicia probar este delicioso alimento para calmar el hambre o darse un gusto o acompañar una bebida con una buena conversación.
Cualquier motivo es bueno siempre y cuando se pueda comer un poco de un buen maní cubano.