En los últimos años de la década de 1950, en Cuba, el cabaret Tropicana ostentaba el título de ser el rey indiscutible de las noches. Sin embargo, lo que no es ampliamente conocido es que había otro competidor cercano: el Sans Soucí.
En aquel entonces, el Sans Soucí estaba bajo la dirección de Lefty Clark, un gánster de Miami Beach vinculado a Santo Trafficante, quien era reconocido por el Gobierno de Estados Unidos como uno de los principales actores en el mundo del narcotráfico.
Lefty Clark asumió el control del cabaret después de que su anterior director, Roughneck Rothman, fuera eliminado por la mafia debido a sus numerosos actos fraudulentos en el casino del Sans Soucí.
Dado que el gobierno de Fulgencio Batista, en colaboración con Mayer Lansky y Santo Trafficante, había emprendido la tarea de limpiar la reputación de los casinos cubanos deshaciéndose de los tramposos, el Sans Soucí fue cerrado temporalmente y sometido a una serie de reformas. Estas transformaciones permitieron que, al reabrir sus puertas, el lugar pudiera competir al más alto nivel, rivalizando incluso con el famoso Tropicana.
La reapertura del Sans Soucí lo transformó en un cabaret de renombre mundial, atrayendo a las figuras más destacadas del espectáculo tanto de Europa como de Estados Unidos. El escenario del Sans Soucí fue testigo de actuaciones de luminarias como Denise Darcel, Edith Piaf, Billy Daniels, Nat King Cole y Cab Calloway, entre muchos otros.
En algún punto de 1952, el lugar incorporó un juego llamado «razzle», una estafa que a menudo se disfrazaba como un juego de apuestas en ferias. En este juego, los jugadores lanzaban canicas en una cuadrícula de agujeros, y la cantidad de agujeros determinaba los puntos que se suponía podían canjearse por premios. Sin embargo, en realidad, era extremadamente difícil para un jugador acumular suficientes puntos para ganar un premio, gracias al uso poco transparente de la probabilidad y las tácticas engañosas del operador.
Esta estrategia, combinada con la contratación de los artistas y orquestas cubanas más destacados de la época, dio resultados inmediatos. En 1957, una revista especializada en entretenimiento afirmó que el Sans Soucí había presentado más atracciones en un año que todos los demás night clubs de La Habana en los últimos cinco años.
Los turistas quedaban cautivados por espectáculos como «Sun Sun Babaé» de Roderico «Rodney» Neyra y las actuaciones de Mercedita Valdés y Celia Cruz. Cuando Rodney decidió unirse al elenco de Tropicana, su lugar fue ocupado por Alberto Alonso, quien dirigió el grandioso espectáculo «Bamba Iroko Bamba». El costo de mantener este último espectáculo en cartelera rondaba los 25,000 pesos semanales.
El Sans Soucí brindó empleos bien remunerados a fotógrafos, camareros, bailarines y músicos en general. De hecho, de esta institución surgieron leyendas que con el tiempo se hicieron célebres en la escena del entretenimiento.