La presencia de mafiosos estadounidenses en La Habana, especialmente en casinos y night clubs habaneros, es algo bastante conocido. No obstante, un detalle que no todos conocen es que también existió una fuerte mafia de origen chino en los barrios capitalinos.
Durante la segunda mitad del siglo XIX el Barrio Chino de La Habana comenzó a crecer rápidamente y ya para el siglo XX era el más importante de toda América Latina. Al llegar a la Isla, los chinos no solo trajeron sus comidas y su cultura, sino también sus rivalidades políticas.
Los principales adversarios eran el Partido Nacionalista Chino o Kuomintang de una parte y el Partido Republicano o Chi Kong Tong de la otra.
La sociedad Chi Kong Tong o Partido Republicano, se caracterizaba por sus violentos métodos y anteriormente habían sido fuertemente perseguidos en China. La prensa de aquel entonces le atribuía numerosos hechos de sangre y los vinculaba a actos de extorsión, tráfico de drogas y a todo un abanico de actos vandálicos. A nombre de este partido operaban una especie de pandillas gansteriles armadas que se conocían como Tongs o Cuadrillas de la Muerte.
Por otra parte, el Kuomintang o Partido Nacionalista Chino, se creó con la idea de ser un reflejo de lo más avanzado de la sociedad china de principios de siglo, pero terminó traicionando la causa popular y campeando a sus anchas.
Por allá por la década de los años 20 el Barrio Chino en La Habana mostraba un innegable desarrollo económico, basado en su mayoría en las actividades mercantiles. Allí existían (pese a su reducido perímetro) una gran cantidad de tiendas, bodegas, fondas, puestos de fruta y varias sociedades. No obstante, eran el Kuomintang y el Chi Kong Tong las de mayor influencia.
Con el paso del tiempo las rivalidades dentro del Barrio Chino entre ambas sociedades fueron poniéndose más calentitas. Ya en 1925 se produjo una acalorada trifulca en los salones del Casino Chung Wah, pero no fue hasta un año más tarde que los enfrentamientos alcanzaron su máximo esplendor.
Los periódicos no daban abasto para cubrir los hechos de violencia protagonizados por ambos bandos, aunque en Partido Republicano encabezaba más titulares que su contraparte al emplear a las temidas Cuadrillas de la Muerte para intentar asegurar su supremacía en la comunidad china en Cuba y para no dejar escapar un centavo de los beneficios que se obtenían de los juegos prohibidos y el tráfico de inmigrantes.
La tranquilidad del Barrio Chino en La Habana se vio amenaza por la actividad de algunos comerciantes que, bajo la fachada de hombres de bien, actuaban como verdaderos capos al “quitar del medio” a sus competidores y posibles asesinos.
Uno de los personajes más famosos de aquel entonces fue Andrés Chiu Lion, que llegó a ser uno de los comerciantes más ricos de la zona, y cuyo asesinato desencadenó una fuerte oleada de protestas contra la sociedad Chi Kong Tong y en especial, contra su brazo ejecutor: las famosas Cuadrillas de la muerte.
Las trifulcas en la zona provocaron que el Gobierno tuviese que poner mano dura y ordenar la clausura de numerosas sociedades. A su vez, se comenzaron a realizar fuertes operativos policiales para intentar detener el tráfico de opio y los juegos prohibidos. La corrupción en el Barrio Chino pasó a ser el tema del momento en La Habana y se barajó incluso la posibilidad de disolver el barrio, clausurar sus sociedades y deportar a los asiáticos.
La cosa no dio para tanto y, aunque si se llegaron a tomar varias medidas para calmar a la opinión pública, el Barrio Chino continuó existiendo, aunque ya sin su mafia interna y por supuesto, sin volver a ser nunca más el terreno de juego de las Cuadrillas de la muerte.