Aunque ha llevado toda la vida soportando las comparaciones con su padre, Renecito de la Cruz ha sabido llevar adelante su propia carrera. Nunca le ha llegado la oportunidad de un gran protagónico, pero ha sabido asumir con talento cada uno de los personajes pequeños que le han dado en novelas, aventuras, series y obras de teatro.
Dicen los que lo conocen que tiene memoria de elefante, quizás por eso comenzó estudiando violín, uno de los instrumentos musicales más difíciles que existen; no se esperaba menos para un hijo de la reconocida música Pura Ortiz.
Probó suerte con todo. Primero entró a la Escuela Nacional de Arte para estudiar la especialidad de Dirección Orquestal, luego sintió curiosidad por el ballet, y aunque tomó clases, nunca llegó a sentirse pleno. Después vendría su etapa en la Escuela de Deportes, pero terminó escapándose de la zona de entrenamiento para la escuela de Instructores de Arte más cercana para ver las modelos de los dibujos. Allí descubrió por causalidad a Luis Alberto García (padre) hablando sobre el método Stanislavski, de personajes y teatro… entonces sabía que la búsqueda había llegado a su fin.
Su padre, René de la Cruz, se enteró que había entrado a estudiar actuación cuando leyó en un reportaje de Bohemia sobre la escuela de Instructores de Arte y la foto de hijo aparecía en portada. Finalmente allí se graduó en la especialidad de Dirección.
Ha confesado que por décadas le ha tocado lidiar con las comparaciones con su papá y que todavía le cuesta trabajado hacerlo.
«Todavía oigo: ‘Él es bueno, chico, pero René, el padre, era el de verdad’. ¡Claro que no soy igual que René! De él siempre tomé lo mejor, pero no como para imitarlo. El arte es muy dual, yo le puedo gustar a mucha gente, y a otros, no», dijo en una entrevista hace unos años.
Pero siempre ha querido labrarse su propio camino. Así pasó cuando decidió estudiar en el Instituto Superior de Arte. Muchos le decían que su plaza estaba segura, pues sus apellidos pesaban mucho. Sin embargo, decidió cambiarse de nombre para pasar las pruebas. En la hoja donde se escriben los datos antes de presentarse a las pruebas de aptitud escribió Francisco Ortiz. Así logró con su talento lograr su nueva meta.
Las relaciones con su padre siempre fueron algo turbulentas. René de la Cruz era un hombre de carácter fuerte, como el propio Renecito ha revelado. Siempre le dijo que en el camino de la actuación debía aprender a abrirse camino solo. Quizás por eso mismo dice que jamás ha podido despedirse de su padre.
«Yo aún no lo he despedido. Más difícil ha sido asumir la ausencia del amigo, del ejemplo, del hombre que me llamaba a capítulo cuando me descocaba. Mi consuelo fue ver a la gente caminando casi 3 kilómetros al lado del féretro. Eso te dice lo difícil que es ser como René, un hombre de un mundo interior tremendo; también de muchas carencias», confesó.
Renecito de la Cruz respeta cada personaje que le han dado, aunque sean menores, porque dice que allí ha estado la clave para poder sacarles partido. Empezó haciendo extras, muchos extras, y así aprendió que no existen personajes pequeños pues todos tienen sus matices.
Su gran pasión es el teatro, pero reconoce que es un medio ingrato pues solo queda en el recuerdo de quienes asistieron a la función. Luego le gusta la televisión, sabiendo que en ella está la popularidad, aunque dice que el tren de trabajo ante las cámaras es muy fuerte. Y por ultimo el cine, el máximo sueño de todo actor.