Año tras año de forma constante continúa aumentado el número de cotorras en cautiverio en las casas de Cuba. Detrás de este incremento se esconde el tráfico ilegal de especies protegido que sucede ante el silencio cómplice de muchos.
Con sólo andar por las calles se aprecia el aumento significativo de estas aves en manos de particulares que de forma cariñosa se esfuerzan en enseñarle silbidos, nombres familiares, el clásico “dame el piojito” y hasta alguna que otra palabrota.
La Amazonas Leucocephalas (así es el nombre científico del simpático animalito) tiene una alta adaptabilidad a la vida en cautiverio y la compañía con seres humanos, de ahí que sea muy cotizada por los cubanos como mascota familiar. Una cotorra se vende muy bien en el mercado negro cubano y deja pingües ganancias a los que se dedican a capturarlas y venderlas, sobre todo cuando son ejemplares jóvenes.
Afirman los expertos que el tráfico de especies protegidas, del cual es víctima la cotorra cubana es uno de los negocios más lucrativos del mundo; sólo superado por el tráfico de armas y de estupefacientes.
No existe en Cuba percepción del delito por parte de quienes adquieren las cotorras, pues sus propietarios argumentan que al criar el animalito como mascota familiar no le hacen daño a nadie.
Desconocen estas personas que las cotorras se establecen por parejas toda la vida y que al adquirir un ejemplar capturado libre en la naturaleza están propiciando, aún sin ser conscientes de esto que su número disminuya cada vez más en los campos de la Isla y su hábitat se reduzca.
Las leyes cubanas que persiguen a los cazadores furtivos de cotorras tampoco contribuyen a poner fin al problema, pues a los pocos que son capturados con las “manos en la cotorra” son multados con apenas 750.00 pesos cubanos, cuando un solo ejemplar se vende en el mercado negro por no menos de 70.00 CUC.
Al final, las bandadas de cotorra que antaño se avistaban en los lomeríos cubanos son cosa del pasado. Cada vez hay menos cotorras libres y quizás, ojalá no suceda si se puede evitar, llegará el día en que desaparecerá por siempre de los campos de la Isla.
