En Santiago de Cuba los taxis son las motos. En cualquier punto de la ciudad los motoristas se encuentran listos para dar pasaje y aliviar el maltrecho transporte público.
Como norma usan cascos ligeros y llevan otro enganchado en el timón para el cliente. Aunque estos cascos pueden parecer poco seguros los prefieren porque los de “tipo cosmonauta” no les gustan a los clientes, que dicen que son asfixiantes, incómodos y huelen mal.
Un motorista, que alquila frente al Teatro Heredia, cuenta que gana unos 200.00 pesos cubanos al día por botear tres horas una vez que termina su jornada laboral en un empresa estatal: “No tengo licencia pero no me queda de otra, tengo una familia que mantener y con el salario mensual de mi trabajo no me alcanza ni para comprar el aseo. Si saco la licencia, tendría que pagarle demasiado al Estado, no tiene sentido, por eso mejor boteo escondido”.
Las motos son un gran negocio en Santiago de Cuba. Los que tienen dinero se compran tres o cuatro y las alquilan a tres chóferes distintos, uno por la mañana, uno por la tarde y otro por la noche, que deben entregar 100.00 pesos diarios per cápita al dueño.
Se calcula que por las calles de Santiago de Cuba circulan unos 15 mil ó 16 mil motores, aunque las cifras podrían ser más elevadas. De ellos un alto porcentaje, se dice, son de procedencia alemana, fabricados en la antigua República Democrática Alemana, la RDA.
Santiago de Cuba capital cubana de los motores, o capital de los motores ETZ. Se les identifica a los motoristas por los dos cascos que cargan, uno protegiendo sus cabezas y el otro en cualquier otra parte del equipo; también por el decorado y esa actitud que solos ellos saben llevar encima.
Por las noches es cuando más dinero se gana, pues se pueden sacar hasta 600.00 pesos limpios. Pero las noches y madrugadas son complicadas.
Cuenta un motorista que una noche se encontraba trabajando cuando le tocaron por la espalda:
“Era una mujer, joven, bastante bonita. Bien vestida y con el pelo teñido, color rojo vino. Estaba agitada, como si hubiera llegado corriendo. Me pidió por favor que la sacara de ahí que su marido le estaba cayendo atrás con un machete”.
Cuando le pidió los 10.00 pesos del pasaje, ella sólo se encogió de hombros y le dijo: “Tócame el bollo o una teta, lo que tú quieras, porque no tengo dinero para pagarte”.