Alcanzar el sueño de emigrar a los Estados Unidos no está exento de costos. En numerosas ocasiones, implica abandonar los sacrificios de toda una vida, como han experimentado innumerables médicos cubanos que han optado por el camino del exilio.
Los profesionales de la salud cubanos que buscan el anhelado sueño americano encuentran diversas oportunidades para mejorar sus condiciones económicas en comparación con las que tenían en la Isla. Sin embargo, solo un pequeño porcentaje logra reintegrarse exitosamente y proseguir con su práctica médica dentro del sistema de salud estadounidense.
Solidaridad Sin Fronteras (SSF), una ONG comprometida, figura entre las organizaciones no gubernamentales cuyo propósito es auxiliar a los médicos extranjeros en la validación de sus títulos en Estados Unidos, superando los tres rigurosos exámenes requeridos por las autoridades estadounidenses. Esto es esencial, ya que en un país donde se calcula una carestía de 165 000 médicos y donde el 80 % supera los 60 años, la contribución de profesionales extranjeros resulta más que necesaria.
Este escenario abre un abanico de posibilidades para los médicos cubanos en el exilio. No obstante, en los últimos doce años, de los 10 000 profesionales de la salud cubanos que han llegado a los Estados Unidos, solo unos pocos han tenido éxito al validar sus títulos y continuar ejerciendo su profesión.
Aunque la cantidad exacta de médicos cubanos que han logrado integrarse en el sistema de salud estadounidense no es proporcionada por SSF, sus informes señalan que apenas alrededor del 1 % consigue validar sus títulos.
El principal desafío que enfrentan los profesionales de la salud cubanos en el exilio es el idioma. El nivel de inglés impartido en las Universidades de Ciencias Médicas en Cuba resulta notablemente inferior al de sus colegas de otras naciones, lo que los coloca en una desventaja desde el principio.
Además, según SSF, la enseñanza de la medicina en Cuba está desactualizada en comparación con la de las universidades estadounidenses, lo que requiere que los médicos cubanos se sometan a un proceso exhaustivo de actualización.
A esto se añaden las apremiantes necesidades de los inmigrantes cubanos que, al llegar a Estados Unidos, deben encontrar empleo para subsistir, lo que les deja poco tiempo para superar las deficiencias acumuladas y competir por oportunidades en el sistema de salud estadounidense.
Para los inmigrantes cubanos, en su mayoría de recursos limitados, el costo de la validación puede ser prohibitivo, oscilando entre 30 000 y 60 000 dólares. Además, enfrentan una discreta discriminación por su acento hispano.
Incluso tras aprobar los exámenes para obtener la Licencia Médica de los Estados Unidos (USMLE), el camino no culmina. Las autoridades de salud exigen al menos un año de residencia en hospitales antes de otorgar la licencia. Casos como el de la Dra. Mónica, quien ha visto sus sueños de ejercer en Estados Unidos desvanecerse a pesar de superar los exámenes, ilustran esta realidad.
Mónica y otros enfrentan la competencia de recién graduados en escuelas de medicina estadounidenses, nativos en el idioma, con buenas calificaciones y familiarizados con rotaciones en diversas especialidades, lo que los convierte en competidores más sólidos que los galenos de Cuba.
No obstante, quienes no logran validar sus títulos aún cuentan con atractivas opciones relativamente bien remuneradas. El estatus de equivalencia alcanzado tras completar los cursos necesarios permite a los profesionales de la salud cubanos trabajar como asistentes médicos, flebotomistas, asistentes quirúrgicos, asistentes de enfermería, terapeutas o gestores de casos.
Para aquellos que buscan especializarse, deben recurrir a la Comisión Educativa para Graduados Extranjeros (CEGE), que solicita al país de origen el programa de estudios del solicitante. Sin embargo, este proceso está lejos de ser ágil para los cubanos, ya que el gobierno cubano rehúsa proporcionar esta información y la certificación de notas por medios electrónicos, lo que obliga a los interesados a desembolsar entre 100 y 350 dólares por cada documento.
Este trayecto lleva a muchos aspirantes a desistir, abrumados no solo por desafíos económicos o burocráticos, sino también por dificultades psicológicas, al sentir que su valía se ve menguada en sus nuevas ocupaciones.
Mientras tanto, en la Florida y otros lugares, miles de médicos cubanos, incluyendo pediatras, cirujanos cardiovasculares y neurocirujanos, aguardan su oportunidad, listos para aportar sus habilidades en un sistema que los necesita.