Hoy están de cumpleaños los hermanos y actores cubanos Luisa María Jiménez y Héctor Jiménez. El talento les sobra y a sus 58 años forman parte sin lugar a dudas de los actores más populares y queridos por la población en Cuba. Por sus venas corre la misma sangre y también los une la gran pasión por los escenarios. FELICIDADES!!!
Luisa María Jiménez, la eterna Tojosa, a sus 58 años todavía destila la misma sensualidad y belleza, además del increíble talento, que la han acompañado por décadas, convirtiéndola en una de las artistas más queridas por el publico en Cuba. Su hermano, Néstor, es recordado por miles de cubanos por sus actuaciones en televisión, sobre todo en el programa ‘Para bailar’, en la década de 1970 y que lo lanzó a la fama. Sin embargo, su éxito definitivo fue con la interpretación de ‘El Chino’ en el filme cubano ‘Zafiros, locura azul’.
Nacidos en la villa de Trinidad, de la provincia de Sancti Spíritus, en el año 1962, vinieron al mundo con el bichito de la actuación y con menos de 10 años ya los dos sabían que su mundo sería ligado al arte.
Luisa María empezó empezó tomando clases de danza y de folclore yoruba, latinoamericano y europeo, pues tanto le encantaba bailar que determinó que sería bailarina.
Cuando tuvo 17 años viajó a La Habana para estudiar en la Escuela Nacional de Arte y de allí pasó a cursar estudios en el Instituto Superior de Arte. Con su titulo ya en la mano, integró el grupo de teatro Bertolt Brecht, que radicaba en el Teatro Mella. En ese espacio compartió escena con algunos de los actores más importantes de la época y bebió conocimiento de Luis Alberto García (padre), Litico Rodríguez, Samuel Claxton, René de la Cruz, Mario Balmaseda, Elvira Enríquez, Liliam Llerena, Idalia Anreus y otros tantos.
Su carisma y talento le hicieron ganarse la confianza de los directores, quienes comenzaron a tenerla en cuenta para sus obras teatrales y le dieron sus primeros protagónicos. Así llegaron sus estelares en obras como “Rampa arriba, Rampa abajo”, “La boda de los pequeños burgueses”, “Mar nuestro”, “La barbacoa” y “Humbolt y Bolívar”.
Su indiscutible belleza también le valieron para ser modelo de la prestigiosa casa de modas cubana La Maison, de la mano de Norka Méndez, quien supo llevar la pasarela cubana a Europa, al punto que Luisa María desfiló en la mismísima Casa Chanel con un traje de miliciana y ante el asombro de los presentes.
Fue fotografiada como una musa por el gran maestro del lente Alberto Korda, mientras Paco Rabanne y el Márquez de Pucci la seleccionaron en varias ocasiones para formar parte de los desfiles de sus colecciones.
Por tres años se alejó de la actuación y el mundo de la moda se convirtió en su prioridad, pero el teatro terminó por importar más y así puso fin a su etapa de modelo.
Después llegó a televisión, donde sus pininos fueron por todo lo alto, en un teleteatro junto al renombrado Enrique Santiesteban, pero la obra nunca se pudo filmar, al menos con ella. En ese tiempo, ensayaba en el teatro la puesta en escena de Humboldt y Bolívar, con Mario Balmaseda. Aunque siempre trataba de llegar temprano al ensayo del teleteatro, a su primera tardanza terminó de paticas en la calle por el director Silvano Suárez.
Sin embargo, dicen que lo que sucede conviene y lo que está para uno, nadie se lo quita.
De esta forma, intentando volver a probar suerte, se presentó en el casting de la telenovela Sol de Batey, pero le dijeron que su piel era demasiada blanca para el papel y que necesitaban a alguien de piel más oscura.
Luisa María, como previendo que ese sería el papel que le marcaría la vida, le explicó al director Roberto Garriga que podía “tostar” su piel al sol hasta llegar al tono que el deseaba, pero que por favor, le permitiese hacer la prueba.
Luego de aprenderlo, Garriga le dijo: “párate frente a cámara y hazte la idea de que estás delante de Liberato”. Para su suerte, al sentir que se le agotaban los recursos, en ese momento, el director paró la escena y le dijo: “Me convenciste, eres la Tojosa”…. de esta forma, en 1985, llegó el papel de su vida.
Con el tiempo, aunque quizás no al mismo nivel, también vendría la telenovela Tierra Brava, en la que tuvo uno de los papeles coprotagónicos, la niña Lala, y que le devolvió la atención del publico en Cuba.
El mundo del cine ha sido para ella como un amor platónico, un amor difícil. Al principio lo veía como algo que no era para ella. Sólo le permitía un poco, en donde aparecía en películas como “una más”.
Su primer papel protagónico en el cine fue Rosa la China, se trataba de una extranjera alrededor de un tema cubano. Una historia de pasiones con el actor español Juan Luis Galiardo. En ese momento trabajaba esforzadamente ya que coincidió todo su tiempo con la seria televisiva “Salir de Noche” donde hacia el papel de una madura modelo de pasarela. Laboraba 24 horas, se metía en un papel y luego en otro muy distinto. La actuación como Rosa la China la impulsó a formar parte del festival de cine de Venecia.
En el 2013 le tocó vivir el peor momento de su vida, o su momento más cercano a la muerte. Pero supo salir… renacer como un fénix y volver a la vida, cuando su salud estuvo tan frágil que parecía decir adiós. Pero no, aquí la tenemos, viviendo su segunda vida y sabiendo que los 58 años que hoy cumple solo son un nuevo momento para decir que venció a la parca para seguir siendo la Tojosa de siempre.
Como ella, Néstor empezó en un grupo de teatro para aficionados, en su ciudad natal, llegando incluso a obtener premios en el conocido Festival Nacional, que le valió para viajar a La Habana y presentar su obra en la sala Hubert de Blanck, todo un sueño para un niño que aún estudiaba en el preuniversitario.
Hechizado por la pasión de actuar, y con la cabeza llena de fantasías y sueños, viajó a la capital cubana tras resultar seleccionado por cursar estudios con 17 años en la Escuela Nacional de Arte, en la especialidad de Artes Escénicas.
Allí tuvo la gran suerte, por su inmenso talento, de ser seleccionado para participar como conductor del programa de televisión juvenil que hizo época en Cuba a finales de los años 70 del pasado siglo: Para Bailar.
Los productores buscaban jóvenes como él, llenos de humor, frescura y con conocimientos de actuación, entre otros ganchos. Allí compartió pista con excelentes actores que también comenzaban a fraguarse en el mundo del arte como Alberto Pujols, Salvador Blanco, Lily Rentería y Cary Ravelo. Para muchos de los que disfrutaron de este espacio, Néstor, Albertico y Cary destacaban sobre el resto, por su persistencia y don de asumir cualquier género con éxito.
Sin embargo, su gran rol, sin dudas, no fue en la pequeña pantalla, sino el en cine, cuando encarnó a ‘El Chino’, en el filme cubano ‘Zafiros, locura azul’, que terminó consagrándolo entre el publico en la Isla. A la perfección fue capaz de asumir y transmitir toda la angustia, complejidad y contradicciones que llevó en su vida este estelar cantante del que quizás sea el quinteto más legendario de la música cubana.
Con los años, dice que su medio preferido es el cine, pero el teatro siempre disfruta hacerlo “porque le va por la sangre”, aunque ya no suba al escenario con tanta frecuencia.
Se describe como un actor de método, “absolutamente stanislavkiano”, sobre todo porque su formación fue con profesores de actuación soviéticos mientras estudiaba en el ISA.
Para escoger un personaje necesita que lo conmueva, desde que está leyendo el guión. Siempre mira las aristas que le permitan darle sus propios matices.
Sin embargo, dice que siempre no le convencen los personajes que hace, pero debe asumirlos porque “tiene que vivir y no puede darse el lujo de estar rechazando cosas”, aunque ha dejado claro en varias ocasiones que tampoco hace todo lo que llegan a proponerle.
“A mí me gusta mucho mi profesión, es lo único que sé hacer, se lo agradezco todo a ella. Soy un hombre satisfecho profesionalmente, incluso con las cosas que me han quedado mal. No me avergüenzo de nada de lo que he hecho. En la calle, la gente me saluda con afecto, cariño, con respeto. Se me acercan con esa cosa del agradecimiento de que si estoy, entonces vale la pena verlo y eso es lo importante”, dijo Néstor hace unos años en una entrevista.
Su carisma y talento le hicieron ganarse la confianza de los directores, quienes comenzaron a tenerla en cuenta para sus obras teatrales y le dieron sus primeros protagónicos. Así llegaron sus estelares en obras como “Rampa arriba, Rampa abajo”, “La boda de los pequeños burgueses”, “Mar nuestro”, “La barbacoa” y “Humbolt y Bolívar”.
Su indiscutible belleza también le valieron para ser modelo de la prestigiosa casa de modas cubana La Maison, de la mano de Norka Méndez, quien supo llevar la pasarela cubana a Europa, al punto que Luisa María desfiló en la mismísima Casa Chanel con un traje de miliciana y ante el asombro de los presentes.
Fue fotografiada como una musa por el gran maestro del lente Alberto Korda, mientras Paco Rabanne y el Márquez de Pucci la seleccionaron en varias ocasiones para formar parte de los desfiles de sus colecciones.