A 337 kilómetros de la Habana, en la provincia Villa Clara, se encuentra Villa Blanca. Caibarién, en el centro norte de la Isla, es muy conocido por los encantos que posee como villa pesquera y por su ubicación privilegiada a poca distancia Cayo Las Brujas, Cayo Santa María y Cayo Ensenachos.
El pueblo es reconocido por sus cangrejos, tanto que a la entrada del pueblo uno enorme recibe a los visitantes que arriban con ansias de conocer el lugar.
Las ofertas gastronómicas de este pueblo se encuentran muy ligadas a las recetas que incluyen especies marinas. Langostas, minutas de pescado y por supuesto el cangrejo, se encuentran entre los platos más deliciosos del lugar.
Muchas de las casas en la playa mantienen su concepción original, con sus inmensos portales corridos y altas fachadas de madera. En el pasado, esta villa vivió una especie de época dorada en la que experimentó una gran prosperidad.
El sitio posee numerosos atractivos naturales y durante los tiempos de Carnavales se celebran una gran cantidad de actividades como el Festival Acuático.
Las playas de Caibarién son tan bellas que no han sido pocos los escritores y artistas de la plástica que las han incluido en sus obras. Una de las más famosas obras artísticas es Marinas, del autor Leopoldo Romañach.
Los visitantes que llegan a Caibarién tiene todo un abanico de posibilidades a la hora de buscar hospedaje, ya que existen muchos hostales regentados por trabajadores por cuenta propia y además se dispone del Hotel de la cadena Islazul, Brisas del Mar, conocido también como Villa Blanca.
Con sus innumerables sitios para el disfrute, este enigmático y agradable pueblo se encuentra ubicado entre los inigualables cayos y el histórico Remedios, pero resulta muy interesante, mayormente, para quienes buscan conocer más sobre las tradiciones pesqueras de la isla.
El lugar más llamativo y visitado del pueblo es sin dudas el largo malecón, donde se unen todos los cangrejeros, ya sea para pescar o compartir entre amigos.
Caibarién es célebre por su hospitalidad y su olor a mar que se disfruta desde su malecón, un muro que bordea la bahía a donde cada día se reúnen pobladores y visitantes para respirar su aire fresco, disfrutar del entrenamiento de los atletas de los deportes de las velas o de algún pescador aficionado que tira sus pitas al mar.
El malecón es un lugar emblemático por el Festival Acuático que se celebra cada año y constituye un regalo de cierre de toda una etapa vacacional y de esfuerzos productivos de gente bonachona y siempre alegre; orgullosa de poseer el privilegio de tener la playa a pocos metros de sus hogares.