La ‘doble carta’, el invento de muchos restaurantes privados cubanos con precios “diferenciados”

Redacción

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La ‘doble carta’, el invento de muchos restaurantes privados cubanos con precios "diferenciados"

Pagar comisiones y tener a mano una “doble carta” para mostrársela a los clientes apropiados, son solo algunas de las artimañas que se han extendido dentro de la gastronomía cubana, especialmente en restaurantes del sector privado.

En muchos sitios los dueños pagan a comisión a quien logre gestionarles clientes. De esta forma, hay quienes han convertido este pago en una fuente de ingresos diaria y salen a la calle a cazar comensales para recomendarles lugares en los que disfrutar de “la buena comida cubana”.

Los acuerdos se hacen a espaldas del cliente, quien jamás se entera del asunto. Así sucede varias paladares donde ofrecen comisiones de 5 CUC y 10 CUC por cada grupo de turistas que se lleve a consumir a ese establecimiento.

En el caso de la doble carta, esta generalmente consiste en ofrecer las mismas propuestas gastronómicas en dos cartas, una con precios más elevados que la otra. En algunas provincias se estila mostrar una carta en CUC para los extranjeros y otra con precios más aterrizados al bolsillo de los cubanos. No obstante, en buena parte de los casos tratan de embaucar a cuanto cliente pueden con la carta más cara.

Otra variante de dicha dualidad resulta la oferta de un menú más surtido con mayor calidad y, por supuesto, más costoso que el otro.

En general se ofrecen platos convencionales, donde la ausencia de creatividad está presente, fundamentalmente en la supuesta carta para cubanos…

Esta “modalidad” no es para nada oriunda de la Isla, ya que también se suele utilizar en muchos países. Sin embargo, no deja de ser una estafa maquillada que solo busca percibir mayores ingresos, aunque se lleve por delante la imagen de la gastronomía.

Sería válido preguntarse cuanta confianza hay que tener para sentarse a comer en muchos de los restaurantes de la Isla, en los que se ha adoptado la tendencia de ofertar sus platos mediante sus dependientes, sin que exista una carta, o los que tienen habilitada la vía de la pizarra, no siempre en el lugar más visible.

Este tema debe ser reconsiderado por aquellos restaurantes y paladares que sobreviven gracias a los más calculados artificios, en caso que en realidad aspiren a consolidar negocios en los que la integridad y la prosperidad vayan a la par.