Entrando por la puerta grande, con mucha predilección por parte de adolescentes que buscan aumentar el disfrute sexual de su acompañante a como dé lugar, aparece en el mercado clandestino cubano un estimulante sexual conocido como “La Pepa negra”
Rojinegra como la bandera del 26 de Julio, se comercializa a 2 CUC, unos cincuenta pesos cubanos o lo que es lo mismo, casi la cuarta parte de un retiro promedio.
Si alguno de los posibles clientes hace el intento por protestar por el precio de la misma, los vendedores acostumbran a aclararle que por ese precio no se puede comprar prácticamente nada en Cuba. Además, se encargan de resaltar las supuestas “bondades” que proporciona a la hora de tener relaciones sexuales.
Sus traficantes aseguran que no se trata de una droga y que tampoco contiene vigorizantes como la ultrajada viagra, ya que sin un estímulo de caricias previas no se experimentara resultado alguno. Para quienes la venden, la Pepa Negra no es más que estimulante similar a los de los brebajes gasificados que, para ejercitar el cuerpo, venden a precios impagables las dolarizadas tiendas cubanas.
Podría mencionarse en este punto el anuncio realizado por Fidel Castro cuando ensalzó los resultados que pudiera lograrse en este mismo asunto con los tres alcoholes esenciales de la caña, conocidos por PPG, los que pocos resultados proporcionaron a los miembros caídos y, que, para lograr algún efecto con ellos, había que tomarse un arsenal. O de la spirulina, otro fanguito milagroso que solo al deshidratarse entiesaba algo.
Según sus fabricantes, se trata de un suplemento herbario natural completamente seguro y efectivo, sin estimulantes adicionados y que promete ser una alternativa natural al viagra, para lograr una potente erección en los hombres.
Este tipo de “maravillas” se mantienen energizando al necesitado durante 72 horas en sangre, aunque quienes los fabrican se han cuidado mucho de revelar los componentes reales con los que lo fabrican. Vaya usted a saber cuáles.
Este tipo de suplemento viene en forma de píldoras, las cuales mezclan el efecto potenciador del deseo con los obvios trados en las fiestas, están hechas presuntamente con elementos naturales, de los que poco se habla en la enciclopedia médico-farmacopea.
Los únicos componentes conocidos son el de rehmannia (una planta jurásica oriunda de la China que se emplea como antiinflamatorio o en aliviar dolores musculares), más otra denominada Cnidoscolus stimulosus (mejor conocida como “mala mujer” por el efecto urticante que producen sus cilios al contacto), infaltable a los brujeros.
A las claras, ninguno de estos componentes tiene relación alguna con el efecto erector que se le atribuye a estos suplementos. El resto de los “ingredientes”, lo completan nombres rimbombantes no registrados en ninguna parte como el “Epidemium” o el “Atinolite”. O sea, soberanos inventos que a lo que suenan es a enfermedades contagiosas.
Algunas de las ancianas cubanas alabaron en su momento las propiedades erectantes de los genitales de carey, que al primer asomo de flaqueo por parte de sus maridos se los dieron a beber en algún preparado engatusado con otra cosa para que no sospecharan.
Lo más seguro es que estemos en presencia de otro timo bien articulado en el que caen no pocos ingenuos y novatos para intentar perpetuar el machismo patriarcal y la supremacía viril, a cambio de un costo para su salud del que ni siquiera tienen noción.