El nuevo hotel Packard, construido sobre las ruinas del antiguo de igual nombre y al lado de casas en ruina, ya es identificado por los vecinos de sus cercanías como la “nave espacial”.
No puede ser de otro modo, pues la lujosa instalación poco tiene que ver con las precarias viviendas en las que habitan, muchas de las cuales se encuentran en peligro de derrumbe.
Ahora, en su opinión, los vecinos del solar son más conscientes de la precariedad en la que viven, pues el Packard, con todo su lujo, hace lucir a sus viviendas aún más miserables.
El inmueble donde vive Carbonell junto a su esposa data de la colonia y todo el sistema hidráulico colapsó hace años.
Como las tuberías no funcionan, toda el agua que consumen los vecinos debe ser cargada con cubos desde la cisterna o bombeada con “ladrones” (pequeños motores particulares) hasta los cuartos.
Cuando el agua falta (y falta, porque en ocasiones entra una vez a la semana), Carbonell y sus vecinos suelen utilizar los baños de los hoteles cercanos: van al Inglaterra y al Parque Central, donde la seguridad no es muy estricta.
Sin embargo, a pesar de la colindancia con el solar y el estar ubicado en una de las zonas de La Habana con mayor carencia de agua, el hotel Packard Iberostar no sufrirá por falta de agua.
Todos los días las pipas hacen cola para abastecerlo.
Con diez pisos de altura y una ubicación espectacular, el Packard promete convertirse en uno de los hoteles más demandados de La Habana.
Los vecinos bromean sobre su magnificencia y afirma que cuando se levantan en la mañana y ven el Packard les parece que están viviendo en otro país (luego abren el refrigerador y se les pasa).
Construido sobre las ruinas del hotel del mismo nombre que prestó servicios durante la República, el Packard, con 312 habitaciones, destaca por sus grandes ventanales y un extenso portal que se integra al Prado como los demás edificios de la zona.