Cuando empezaron con las labores constructivas en lo que sería su futura casa, en un terreno del reparto Juanelo, en La Habana, Yosvani y su familia estimaron que todo quedaría terminado en unos tres años, pero…
“Entre el papeleo para la legalización del terreno y la tocadera a los inspectores para que agilizaran los trámites para poder comprar los materiales, se nos fue todo el dinero que había logrado juntar”, cuenta Yosvani.
Como mismo ha sucedido a no pocas familias en la Isla, luego de levantar las paredes y la placa del techo, se mudaron al sitio a pesar de no estar concluida la obra. Las ventanas de hierro tienen colocados cartones en lugar de cristales, la mayor parte del piso no tiene azulejos puestos, el sistema eléctrico está con los cables guindando por fuera de las paredes y tanto el interior como el exterior de la casa esperan por la capa final de repello y su correspondiente pintura.
“Todo se fue aplazando. Cada vez que metíamos lápiz la cuenta daba menos. El metro cuadrado de cristal está por lo bajito en 50 cuc. A eso súmale que el metro de losas de piso en la tienda cuando más barato las encuentras están en 15 cuc y aún me falta por comprar 45 metros. Un albañil de medio palo cobra 8 cuc por el metro cuadrado de enchape”, cuenta Yosvani.
“Si tuviéramos el dinero en la mano y la posibilidad de comprar los materiales, la casa la terminaríamos para allá para el 2022. Cuando empezamos con la construcción una de mis hijas tenía 15 años, pero ya tiene hasta un hijo. Si seguimos demorándonos ahorita vamos a tener que levantar otra casa en la azotea”, añade.
Al recorrer las calles de La Habana es posible apreciar la cantidad de viviendas que se encuentran a medio hacer, pero que igualmente se encuentra habitadas.
Delia, su esposo y sus cuatro hijos, desde hace unos siete años que viven en una casa de mampostería a medio hacer a unos 10 km de Santa Clara. Su esposo comenzó a levantar la casa hace un par de años, y cuenta que:
“Cuando vas a sacar el presupuesto tienes que tirarte como dos o tres veces más por encima de lo calculado inicialmente, ya que la tendencia de los materiales y la mano de obra es a subir. Para terminar la casa cuento con unos 40.000 cuc, pero ya de esa cantidad he tenido que apartar más de 2.000 para temas de papeleo y de ‘incentivar’ a la gente de vivienda para que no se duerman en los laureles con los papales. Además de contar con buenos contactos para resolver materiales, debes tener a mano a una brigada de albañería que trabaje lo mejor posible. Es la única manera de que el trabajo se adelante. Si no se estanca uno”.
Hace algunos años cualquier albañil se fajaba con cualquier trabajo por unos 5 CUC el metro cuadrado, pero ahora no se quieren bajar de 9 o 10 CUC.
Una vez que se terminan las obras, comienza el vía crucis para amueblar la casa. Un juego de sala puede llegar a costar hasta 1000 CUC y una cama con un colchón bueno ronda los 500 CUC y cuidado.
En Cuba roza la ciencia ficción el llegar a tener una casa confortable y amueblada de acuerdo a las tendencias modernas. Aquel que no cuente con un familiar en el extranjero con soltura económica, que sea dueño de algún negocio próspero, o que tenga algún parentesco cercano con alguna figura en las altas esferas del gobierno, lo más probable es que se le vaya la vida entera intentando levantar una casa y luego amueblarla.
