La curiosa y desconocida historia del primer automóvil que rodó por Cuba

Redacción

La curiosa y desconocida historia del primer automóvil que rodó por Cuba

A diario los cubanos nos montamos en automóviles para desplazarnos, o mejor, como solemos decir, “en carro”. Algunos cuentan con su propio medio de transporte o, de lo contrario, toman un taxi.

Aunque muchos se sienten atraídos por las carreteras o hasta coleccionan carritos de juguete, son pocos los que conocen el origen del primer auto que circuló en Cuba.

Desde su llegada al puerto de La Habana y en su recorrido hasta su cochera, el primer vehículo de este tipo se hizo notar rápidamente y se convirtió en noticia en una ciudad que llegaba un poco tarde a la tecnología sobre ruedas.

Corría el año 1898 cuando en las calles de la Isla hizo su aparición el primer automóvil. Aquella “cosa”, poseía una carrocería que dejaba mucho que desear, hacía un ruido insoportable y se movía a una velocidad que, comparado con los de hoy en día, parecía moverse a “paso de hormiga”.

El responsable de introducir aquel artefacto en nuestra Isla fue José Muñoz, quien lo trasladó desde París, con la idea de venderlo a buen precio y cerrar un gran negocio.

Aquel armatroste ruidoso llegaba a alcanzar apenas los 12 kilómetros por hora y costaba unos 6.000 francos. De fabricación francesas, estaba registrado bajo la marca La Parisiense, una de las primeras en la incipiente industria de la fabricación automotora.

No pasó mucho tiempo para que la burguesía de la época se fuese viendo tentada a contar con un automóvil propio, llegando a convertirse para la clase alta en un objeto de lujo y ostentación social.

Durante aquella época, los cubanos comenzaron a disfrutar de lo que sin lugar a dudas fue uno de los inventos más extraordinarios del siglo XIX. Cada vez fueron más los autos que llegaban al puerto de La Habana y que poco a poco contaban con más prestaciones y presencia. Los modelos más innovadores y modernos, llegaban a alcanzar incluso entre 10 y 15 km por hora, todo un logro en aquel entonces.