Yadisley García es una vaquera cubana que ha sabido abrirse paso en un mundo dominado por hombres. Hija de un vaquero y una amazona, el primer perfume que la envolvió fue el olor a riendas, potrero y animal sudado.
Graduada de ingeniería agrónoma desde hace algunos años, y campeona nacional en carrera con barriles, desde que eran tan solo una niña de siete años comenzó a montar caballos por deseo propio.
“Mi infancia fue en una finca, rodeada de potreros y vaquerías. Cuando era apenas una niña mi entretenimiento favorito era colarme en la vaquería a través de un hueco en la cerca y mandarme a correr hasta donde se encontraban las naves llenas de vacas. Cada vez que me preguntaban sobre que me gustaría ser de grande, la respuesta era una sola ¡Vaquera!”.
Desde que era una joven sus compañeros de Rancho Alegre la admiraban. Tras regresas de uno de sus viajes, en una ocasión expresó:
“Este pedazo de tierra, con sus puercos, el sinsonte cantando y sus gallinas, es el algo único. Esta es mi Cuba bella, de aquí no hay quien me saque”.
Con unos ojos verdes que enamoran, el tono exacto, su voz firme y los cariños que ella solo sabe, es capaz de domar a cualquiera. Ha participado en varios certámenes para vaqueras en Colombia y justo allí es donde se inicia en colear toros, una técnica que no eran tan conocida en el país y remucho menos si se trataba de mujeres.
“En muchas ocasiones llegamos a sentir a los animales como parte de nuestra familia. No los ves como simple bestias, sino como una parte tuya. La relación con los caballos es muy especial, estás con ellos todo el tiempo, les das de comer, trabajas y entrenas con ellos, los bañas y hasta les hablas. Llega el momento en que se vuelven uno contigo, al punto que sabemos que queremos o que nos pasa cuando estamos juntos. Caballo y atleta se deben fundir en una sola persona para que se pueda ganar un torneo”, asegura esta vaquera cubana.
Uno de los episodios de su vida más duros fue cuando regresó de unos de sus viajes y se enteró que su compañera de la infancia, la yegua Lorena, había fallecido. Junto a ella había dado sus primeros pasos en competencias y gracias a Lorena obtuvo sus primeros reconocimientos.
Todos los caballos no sirven para estas prácticas, ya que deben ser fuertes y veloces, puesto que en la pista deben ser muy versátiles. En ocasiones hay que enlazar, otras colerar toros, pero lo que en realidad apasiona a Yadisley es la carrera con barriles. En ella, puede lucir toda su técnica, la cual ha logrado adquirir con un intenso entrenamiento.
Yadisley considera que el hecho de ser mujer no es impedimento alguno para el rodeo, aunque reconoce que si lo pude dificultar un poco.
Tras haber sufrido cuatro accidentes y fracturas en sus piernas, apenas se pone a pensar a los nervios que la consumen ante desde cada rodeo. Nunca se sabe a ciencia cierta lo que pueda pasar, ya los animales, como animales al fin, pueden reaccionar de diferentes maneras, aunque hayan sido entrenados.
El peso de los caballos es tal, que de caer sobre los jinetes pueden ocasionarles un gran daño. Sin embargo, a Yadisley se le puede ver sin miedo y decidida en cada competencia, dispuesta siempre a disfrutar al máximo la experiencia de disfrutar de lo que más le gusta en el mundo: ser una ¡Vaquera!