Tras la imagen turística del bicitaxi cubano, tantas veces repetida, se esconde una realidad muy triste: la de numerosas personas que luchan por abrirse paso en La Habana, en medio de la discriminación gubernamental por el sólo hecho de haber nacido en otra provincia.
En medio de la agobiante crisis económica que padece Cuba, son muchos los que emigran desde las zonas más pobres del interior de la Isla hacia la “capital de todos los cubanos”, en busca de opciones que les permitan salir de la precariedad.
Desafortunadamente, una gran parte de ellos se ven obligados a trabajar en la “ilegalidad”, pues al no contar con una dirección “de La Habana” no pueden obtener los permisos para trabajar.
Esta inmigración constante desde las provincias más pobres a las más prósperas, ya se recoge estadísticamente en el Anuario Demográfico de Cuba, donde se expresa que son cada vez más las provincias cubanas que ven disminuir su población debido a la emigración interna.
Una de las ocupaciones que encuentran los que buscan una mejor vida en La Habana es la de bicitaxista.
Sin embargo, no resulta fácil. Al no tener los papeles para trabajar legalmente, los bicitaxistas ilegales se la “juegan al pegao” con la policía y los inspectores que pueden desde multarlos hasta decomisarles el bicitaxi.
Bicitaxi que, por demás no es suyo. Los dueños los alquilan por unos 40.00 CUC al mes y exigen pagos semanales. Cantidad que a veces, cuando se paga, deja muy poco para vivir, porque la competencia es muy fuerte y hay que pagar sobornos constantes a la policía para poder trabajar.
La policía se les “encarna” más a los bicitaxistas que a cualquier otro. Los agentes saben que muchos son del interior del país y trabajan sin papeles. Así que los detienen constantemente para “morderlos”.
Tan fuerte ha sido el “gardeo” de las autoridades que en 2016 un nutrido grupo de bicitaxistas protagonizó una inusual protesta frente al monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución. La protesta no llevó a nada y la persecución se intensificó.
Para colmo de males, en este momento, ni los que han conseguido dirección en La Habana pueden trabajar legalmente, porque no se están entregando licencias. Una situación que desespera a los bicitaxistas, porque, con licencia o no, necesitan trabajar para poder mantener a sus familias.