Durante todo el tiempo que lleva en la historia del mundo occidental, numerosos han sido los intentos realizados para intentar descubrir el significado de Cuba. Sin embargo, su etimología, sigue siendo el secreto de un pueblo desaparecido.
El primero en registrar el nombre, y de hecho, también en intentar cambiarlo, fue Cristóbal Colón, quien en su diario el Almirante escribió el 23 de octubre de 1492.
“Quisiera hoy partir para la Isla de Cuba que creo debe ser Cipango, y no he dado vela para Cuba, porque no hay viento.”
Cuando ya se encontraba próximo a salir en busca de otras tierras, añadió: “Determino dejar a Cuba o Juana, la llamó así por el príncipe don Juan, hijo y heredero de los Reyes Católicos».
Otra designación curiosa, curiosísima, para Cuba fue Alpha, como reminiscencia del bautizo que Colón hizo a la Punta de Maisí con la denominación Alpha y Omega; este dato se encuentra en la obra titulada Historia general y natural de las Indias, escrita por el cronista español Gonzalo Fernández de Oviedo. Otro historiador, pero italiano de aquellos tiempos, el famoso Pedro Mártir de Anglería se hizo eco de tan inusual denominación para Cuba en la primera historia general de América.
Los mapas españoles de aquella época siguieron llamándola como de costumbre: Cuba. No obstante, tuvo lugar otro intento de eliminación de este nombre el 28 de febrero de 1515, cuando se estipuló que sería nombrada “Fernandina”, en honor y por orden del Rey mismo.
El tomo primero de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana (1550-1565), aparece siempre Fernandina, llegando a reflejarse desde sencillamente la Isla Fernandina, hasta la engolada isla Fernandina de las Indias del Mar Océano.
En el año 1555, Jacques de Sores saquea el país y todas las actas omiten referencia alguna al nombre de la Isla. Sin embargo, a partir del 3 de enero de 1556, con tan solo dos excepciones de 10 años, se dice siempre Cuba.
A la larga, el nombre de Fernandina no logra trascender, terminando así la lucha y quedándose simplemente el nombre de Cuba.
Según el sabio Fernando Ortiz, el origen antillano de la voz Cuba pudo venir de la palabra ciboney, grupo aborigen.
Aun cuando no existen elementos suficientes para aclarar su verdadero significado, es muy posible que el nombre Cuba guarde relación con el relieve montañoso, ya que los nombres indígenas de Cubanacán señalan zonas montañosas del Oriente y centro del país. A su vez, el Padre Bartolomé de las Casas empleó en sus notas las palabras “Cubas” y “Cibao”: Ciba significa piedra y Ciburuco indica piedra grande.
Quizá en algún momento llegue a conocerse más sobre la lengua taína y se pueda comprobar el origen de esta etimología. Hasta ese entonces, sigue siendo todo un misterio el cuanto quiso decir el taíno y cuanto quiso expresar el Almirante, pero lo cierto es que no se le ha vuelto a llamar Juana, Isabela o Fernandina, sino Cuba.