La Habana durante su etapa republicana llegó a servir de albergue no solo a todo tipo de delincuentes de poca monta y caza fortunas, sino también al evento más importante que reunía a los mafiosos y a la mafia del mundo y como tal sirvió de casa a muchos de ellos.
Amadeo Barletta fue uno de estos, ambicioso hombre de negocios y perteneciente al cuerpo diplomático italiano en Cuba. Además, tuvo a su nombre importantes empresas en el país como el canal 2 de Telemundo, el Banco Internacional y General Motors.
Sus negocios abarcaban también a República Dominicana, país en el que dio sus primeros pasos en la política y donde llegó a fundar varias empresas que le proporcionaron la vía para escalar posiciones y atraer adeptos para sus triquiñuelas financieras.
Sus andadas lo llevaron a incluso entrar en conflicto con Trujillo, a quien intentó asesinar, lo cual casi desata un descalabro a nivel internacional que requirió que el mismísimo Mussolini desde Italia y Summer Welles desde los Estados Unidos, tuviesen que mediar en el asunto.
Luego de estos eventos es que Barletta decide radicarse en Cuba, donde es nombrado Cónsul Honorario de Italia en la Isla y llegó a vivir años de abundancia económica y gloria.
Lo que casi nadie sabía era que Don Amadeo Barletta fue enviado a Cuba como un doble agente de la inteligencia, tanto italiana como norteamericana, sembrado en el área del Caribe.
Perseguido en 1942 por el Buró Federal de Investigaciones – el FBI lo incluyó en la lista negra del 7 de febrero de 1942 – logró escapar hacia Sur América gracias a sus múltiples contactos – avisado por los grupos de la inteligencia – mafia instalados en La Habana, escapó de la Isla y fue a refugiarse secretamente a la Argentina.
En 1946, al término de la II Guerra Mundial, aparece de nuevo en la capital cubana, ahora como representante de grandes compañías norteamericanas, entre ellas la General Motor, hasta crear, en unos pocos años, un prodigioso imperio que comprendía casinos, afamados cabarets, bancos, y decenas de compañías tapaderas, en las más diversas ramas de la economía y las finanzas.
En Cuba vivía como quería, mantenía estrechos vínculos con cuanto presidente estuviera de turno y no tenía problemas para obtener licencias que le permitieran crear organizaciones financieras a su antojo.
Desarrolla la empresa automotriz, (Grupo Ambar), – Am de Amadeo y bar de Barleta – siendo el primer empresario fuera de los Estados Unidos en recibir el derecho de distribuir los vehículos de General Motors en Cuba.
También se hizo con el Banco Internacional de la Habana, el cual compró y cambió el nombre a Banco Atlántico S.A, montando sus oficinas en el noveno piso del edificio marcado con el No. l6 de la avenida Menocal, antes Infanta, y después se radicaría en la planta baja de las calles 23 esquina a P, en plena Rampa del Vedado, en el edificio que ocupaba la General Motors, de la cual era también gerente general don Barletta.
Este banco servía como tapadera para lavar todo el dinero que obtenía las grandes familias de mafiosos italianos en Cuba
La alianza con los medios la obtuvo a través del canal Telemundo, muy exitoso por entonces e inaugurado por él, pero no solo en la televisión, también se adueñó del periódico El Mundo con la visión muy positiva de aglutinar allí a los más respetados nombres de la prensa cubana de entonces, a quienes otorgó autonomías editoriales con el fin de manejar a su antojo la imagen que de sí mismo le interesaba mostrar y promover.
En 1959 se fue a vivir a Florida, Estados Unidos, después de que triunfó la Revolución en Cuba, pues esa situación derivó en que el nuevo régimen le confiscó (hasta el día de hoy) todos sus negocios en esa isla caribeña.