Hoy 13 de junio lo devotos a la santería celebran en Cuba a Elegguá, el único orisha que puede virar nuestro destino, a su firma y a su manera. Es el dueño de los caminos, el encargado de abrir o cerrar las puertas de lo que se avecina, es el primero de los Guerreros y portero de la sabana y el monte.
En la santería sincretiza con el Santo Niño de Atocha, San Martín de Porres o con san Antonio de Padua.
Los no iniciados, o aleyos como también se les conocen, deben recibirlo y consagrarlo antes de iniciar su camino en la religión, pues es considerado la protección primera para dar este paso.
En la naturaleza está simbolizado por las rocas. Elegguá vino al plano terrenal acompañando al Osha Obbatalá. Es considerado el mensajero fundamental de Olofin.
Sin su conocimiento no podemos ejecutar ninguna obra o ebbo siempre debemos contar con la aprobación de Elegguá. Es el príncipe de la religión yoruba. Paseo por todos y cada uno de los oddun de Osha y de Ifá y siempre intervino de alguna u otra manera en el beneficio de los orishas mayores.
LA LEYENDA DE ELEGGUA
Cuenta la historia que hace muchos, muchos años, en el reino fastuoso de un monarca africano, nació su hijo primogénito a quien llamaron Elegguá. A los 8 años, el niño era muy precoz, osado y travieso y daba mucho trabajo a sus progenitores. Un día, caminando por la orilla del mar con su guardián, vio un objeto brillar junto a una palmera y corrió a tomarlo.
Su guardián trató de impedirlo, previniéndole que podía ser un objeto peligroso ya que se veía raro y tenía dos intensas luces en el lugar de los ojos y una nube blanca y leve salía de su boca, pero Elegguá se escapó de las manos de su protector y escolta y corrió a tomar el objeto para llevárselo.
Cuando lo tuvo vio que era el fruto de un cocotero y quedó fascinado, entonces oyó una voz que le decía, “cuídame y líbrame de las polillas y los gusanos que querrán comerme con el tiempo; si me proteges, te daré salud y prosperidad”. El niño prometió al coco cuidar de él mientras viviera y lo llevó al castillo.
Allí contó su historia a su padre y a toda la corte, pero todos se burlaron de él y jugaron pelota con el coco, tirándolo de un lado a otro sin que Elegua pudiera evitarlo, y el consejero del rey le dijo a éste: “tu hijo te dará problemas con esa imaginación que tiene, vamos a esconder el coco para que se olvide de ese invento”.
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Pero ése mismo día el niño enfermó, y tres días después murió. La corte y todo el pueblo lloraron la muerte del príncipe y llamaron a un adivino que les dijo que un genio bueno que vivía encerrado en el coco había sido ofendido y ultrajado y que por eso había muerto el príncipe. A partir de ese momento el rey, arrepentido, mandó venerar al coco y pedir su perdón y protección, pero los ojos del coco nunca más volvieron a brillar.
Consultado nuevamente el adivino dijo: “debemos ponerle ojos, boca y oídos para que nos escuche y pueda hablarnos”. Así que le incrustaron unos caracoles en el lugar de los ojos y el genio volvió a ver. Luego le incrustaron dos conchas en los oídos y el genio volvió a escuchar sus plegarias. Por último, le pusieron una boca y el genio habló y transmitió toda su sabiduría a aquel pueblo ignorante y lo perdonó. Aquellos caracoles que el adivino usó eran bucios, desde entonces los bucios adquirieron el don y el poder de comunicar a los mortales sus designios a través de la adivinación, así como la voluntad de los espíritus de los muertos y la de los dioses.
El coco, a quien pusieron el nombre del príncipe Elegguá, fue desde entonces adorado y consultado con respeto por todos los sabios, adivinos y curanderos de todos los tiempos…
Más sobre el Rey del destino
Este Orisha tiene 21 caminos y todos a la vez es uno solo… Elegguá. En más de la mitad de los caminos de Elegguá, él es un niño pequeño que se encuentra en las curvas, cimas de las montañas, costas, las entradas del hospital, puerta del cementerio y así sucesivamente. Él tiene muchos nombres como ha sido llamado Elegba, Elegbara, Legba.
Elegguá es el guardián que se encuentra en cada esquina y puertas del laberinto. Si usted hace algún movimiento en falso, abrirá el camino hacia el resultado equivocado. Si se toma el camino correcto, se abrirá el camino que usted está buscando. Elegguá sabe y lo ve todo. No hay nada que Elegguá no lo sepa.
Elegguá, a pesar de ser considerado un niño, posee distintos caminos o avatares en donde también se presenta como joven, adulto, anciano e incluso se habla de la existencia de un camino femenino de Elegguá. Es uno de los primeros orishas que se reciben, es perteneciente al grupo de los “orishas odde” (guerreros), es el primero de los guerreros junto a Ogún, Ochosi y ozun. Se convierte en una deidad temible y feroz al unirse a Ogún y Ochosi, y nada lo detiene.
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