En la actualidad, considerando el elevado costo de un aguacate y la complicación para adquirirlos en muchas zonas de la Isla, resulta difícil imaginar que durante la década de 1950, Cuba fuera líder mundial en la producción de aguacates y dominara el mercado estadounidense en este rubro.
A lo largo de esa época, Cuba ostentó la singular posición de ser el principal exportador de aguacates a nivel global, generando ingresos anuales cercanos a los 1.300.000 pesos provenientes de las exportaciones, además de otros 600.000 pesos generados en el mercado interno.
La producción de aguacates en la Isla superaba la capacidad de exportación y consumo, llegando incluso al punto de desperdiciar o destinar los excedentes para alimentar a los cerdos.
La temporada de exportación se extendía desde junio hasta septiembre, alcanzando su punto más alto en el mes de julio. La creciente industria del aguacate se traducía en empleo para aproximadamente tres mil trabajadores, involucrados en la recolección, transporte y empaquetado.
El Ministerio de Agricultura contabilizaba unas 30 compañías empaquetadoras registradas en diversas localidades como Artemisa, Güira de Melena, San Antonio de los Baños, La Salud, Quivicán, Cuatro Caminos de Bejucal, Bejucal, Bauta, Madruga, Los Palos y La Habana.
La entrada de los aguacates cubanos a Estados Unidos, libre de impuestos, se materializó gracias a gestiones ante la Secretaría de Agricultura. Por casi cincuenta años, los aguacates de la Isla encontraron su espacio en el mercado estadounidense.
Sin embargo, con el triunfo de la Revolución cubana en 1959, Estados Unidos dejó de importar aguacates cubanos, lo que permitió a otros productores latinos ocupar ese espacio rápidamente.
Por otro lado, el nuevo gobierno cubano no mostró interés en mantener esta floreciente industria. Sus aliados socialistas no demandaban aguacates, y la distancia a los potenciales mercados dificultaba mantener las exportaciones.
A lo largo de los años, las plantaciones de aguacate fueron menguando y, de no haber sido por algunos patios particulares, la industria podría haber desaparecido por completo.
Hoy en día, contar con un trozo de aguacate en el plato en Cuba se ha convertido en un lujo que rememora una época en la que la Isla fue líder en la producción y exportación de este fruto, un testimonio de cómo el tiempo y los cambios políticos pueden transformar los destinos de las industrias y los hábitos alimentarios.