Hoy está cumpliendo 47 años de edad el bailarín cubano Carlos Acosta

Redacción

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Carlos Acosta creció bailando break en las calles de La Habana y soñando con ser futbolista. Pero gracias al ballet escapó de una infancia conflictiva y de la pobreza a la que un niño negro y en un barrio marginal estaba destinado.

En sus primeros recuerdos está la imagen de cuando iba al campo con su madre, para tratar de «luchar» por la comida. Cambiaban barras de jabón y ropa vieja por arroz y frijoles. Tenía entonces unos cinco o seis años.

De ese pequeño nadie imaginó que se graduaría con honores en 1991 de la Escuela Nacional de Ballet de Cuba y solo tres años después se convertiría en el primer bailarín de la más ilustre compañía de danza clásica del país: el Ballet Nacional de Cuba.

A su padres siempre le agradece su carrera. En especial a su papá, que se le ocurrió la idea de que se convirtiera en bailarín de ballet; casi se lo impuso. Él quería que creciera en un ambiente «diferente». A ese mismo hombre que le dio la vida y lo llevó al camino de lo que es hoy le dijo una vez que lo odiaba y asegura que si algo pudiera cambiar en su vida sería el momento en el que se le ocurrió decirle aquellas palabras.

Con 16 años, ganó la medalla de oro en el Grand Prix de Lausanne y aquel niño pobre de una barriada en las periferias de La Habana empezó a romper moldes.

Lo contrataron a los 18 años como primer bailarín del English National Ballet. Pasó después una breve etapa en el Ballet Nacional de Cuba, donde se sintió menospreciado y se marchó.

Con solo 19 años enfrentó lo difícil de ser negro en el ballet clásico, cuando le dijeron que su color de piel no era la que se buscaba tradicionalmente en un primer bailarín de una compañía importante.

En 1998, Anthony Dowell, quien era director artístico del Royal Ballet de Londres en ese entonces, llamó a Carlos Acosta para que integrara las filas de esa compañía en calidad de primer bailarín invitado. Allí desarrolló una carrera deslumbrante, convirtiéndose también en coreógrafo.

En 2006, “como una terapia y para aprender a perdonar”, escribió No Way Home, donde relata los avatares de su impresionante carrera.

Con 38 años de edad, en 2011, se convirtió en la figura más joven en recibir el Premio Nacional de la Danza en Cuba, luego de poseer un repertorio con incursiones que iban desde lo más clásico hasta lo contemporáneo, y haber puesto los pies en las tablas de algunos de los teatros más importantes del orbe.

En 2014, Acosta recibió de la mano del Príncipe de Gales el título que lo convertiría en Comendador de la Orden del Imperio Británico (CBE). A la edad de 40 años, era considerado el mejor bailarín de su generación, y ya había sido acreedor del Premio Nacional de la Danza, en el Reino Unido, siendo el único cubano en poseer dos reconocimientos de este tipo.

Hoy vive con su esposa y sus tres hijas en una hermosa casa de Siboney y allí guarda en un viejo cajón cientos de fotografías de su vida.

Este año ocurrió nombramiento de Carlos Acosta como el nuevo director artístico del Royal Ballet de Birmingham, uno de las más prestigiosos del Reino Unido.

Con 47 años de vida y más treinta años de carrera artística, este bailarín convertido en leyenda parece no temer a las inclemencias del tiempo, y prepara un avenir que, de seguro, estará marcado por el sello del éxito y la superación.