Los restos de José Martí descansan hoy en el Mausoleo que lleva su nombre en el Cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba. Quizás el dato no sorprenda a muchos, ya que es algo bastante conocido. Sin embargo, muchos desconocen que su cadáver fue enterrado cinco veces tras su muerte, incluso en una fosa común, boca abajo y con el cuerpo de un soldado español encima.
El 19 de mayo de 1895, Martí cabalgaba hacia la maleza donde se encontraban ocultos un grupo de españoles y fue alcanzado por tres disparos que le provocaron heridas mortales, cayendo en Dos Ríos.
Sin la menor de las formalidades, fue enterrado (por primera vez) al día siguiente en el cementerio local de Remanganaguas, en una fosa común, de cara hacia la tierra y con el cadáver de un español encima.
Casi setenta y dos horas después, su cadáver fue rescatado por los propios españoles, quienes dispusieron que se trasladara a Santiago de Cuba para realizarle una autopsia. De ello estuvo encargado el medico y militar español Pablo Aurelio Valencia y Forns, quien tuvo que realizar su exhumación, identificación y preparación.
Para el traslado de su cuerpo a la ciudad de Santiago se dispuso un improvisado ataúd de madera que fue transportado en parihuelas desde Remanganaguas hacia Palma Soriano y fuertemente custodiado por unos 600 soldados españoles.
Transportado por la vía férrea llegó después a Santiago de Cuba al cementerio de Santa Ifigenia en secreto. Su cuerpo descansó entonces, por segunda vez enterrado, el 27 de mayo de 1895 en el nicho número 134 en la galera sur del campo santo santiaguero.
Las condiciones sanitarias del cementerio llevaron a que en 1905 se demoliesen las galerías de nichos. En aquel entonces, se levantó un templete, cuyo proyecto estuvo a cargo del arquitecto José Boffill, que se inauguró el 7 de diciembre de ese mismo año y allí fue enterrado Martí por tercera vez.
En 1946 se lanzó un concurso a nivel nacional en el que se presentaron 18 de proyectos, en el cual se seleccionó el del escultor Mario Santí y el arquitecto Jaime Benavent, quienes se encargaron de construir posteriormente el Mausoleo a José Martí.
Con motivo de las labores constructivas del citado Mausoleo, los restos de José Martí fueron trasladados al Retablo de los Héroes en septiembre de 1947, donde permanecieron hasta el 29 de junio de 1951, cuando fueron llevados a la sede del gobierno municipal, para dar comienzo a los honores de lo que sería su quinto enterramiento.
El 30 de junio el cortejo fúnebre partió en un armón de artillería y recorrió céntricas calles de Santiago de Cuba hasta el mausoleo en Santa Ifigenia. Numerosas personalidades cívicas, políticas y militares de todo el país (entre ellas el presidente de Cuba en aquel entonces: Carlos Prío Socarrás), se dieron cita ante el llamado de la patria de rendir tributo al más grande de todos los cubanos.