Según precisan medios de prensa estatales, todos los velatorios en los domicilios, los cuales se realizan principalmente en zonas rurales del país, quedan suspendidos temporalmente, excepto en aquellos lugares donde no existan funerarias en las zonas.
Además, se establece como máximo dos horas de velatorio y en el cual solo podrán estar presentes un mínimo de familiares. A todos estos se les garantizará el traslado desde la funeraria hasta el cementerio y su retorno.
De igual forma, queda totalmente prohibido el traslado de fallecidos de una provincia a otra, así como dentro de la misma provincia entre distintos municipios.
Los horarios de los cementerios se extienden hasta las 6:30 de la tarde y el acceso a los mismo queda regulado solo para los enterramientos.
Aquellos que tengan algún familiar fallecidos por coronavirus tendrán la opción de velarlos o incinerarlos, pues las autoridades sanitarias cubanas aseguran que con la defunción también desaparecer todo tipo de posible contagio. Aún así, los fallecidos son guardados en una bolsa de nailon y los ataúdes serán sellados.
De igual forma, aquellos que no sean incinerados tendrán que esperar cinco años para exhumar el cadáver, en vez de dos, con un registro riguroso en el cumplimiento de estos tiempos.
Las autoridades de salud en Cuba aclaran que, aunque los cuerpos no pueden contagiar, este puede sobrevivir en la ropa, por lo que los ataúdes se sellan de inmediato y las familias tienen prohibido ver los restos de sus seres queridos.
Mientras el mundo registra que la COVID-19 mantiene una tasa de letalidad del 6.4 por ciento, en Cuba la enfermedad mata a 3.2 por ciento de las personas que ataca por cada 100 mil habitantes.
Las autoridades cubanas sostienen que han logrado mantener esa tasa de mortalidad baja (hoy el país tiene 1035 casos positivos y 34 fallecidos) por diversos factores que ofrece la naturaleza centralizada de su sistema.
“Tengo que decir que no estamos satisfechos. Nuestros científicos no paran de investigar qué esquemas de tratamientos pueden aparecer en el mundo para estudiarlos en Cuba y que cada vez tengamos una letalidad menor”, comentó esta semana el Dr. Francisco Durán, director nacional de Higiene y Epidemiología, a quien le toca, cada día, comunicarle al país si hubo muertos o no, un trabajo que poca gente desea.