Celeste, Claudia, Melisa y Esther son muy jóvenes, pero sobre sus hombros pesa una arriesgada responsabilidad. Ellas son las encargadas de revisar diariamente las muestras de los casos sospechoso de coronavirus en todo el occidente de Cuba desde los laboratorios del Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (IPK) en La Habana.
Por sus manos pasan las muestras con el virus activo y aunque pueden haberse tomado todas las medidas de seguridad en los laboratorios donde trabajan, siempre se terminan corriendo riegos.
Además, necesitan ser precisos, porque no pueden confundir el resultado de un paciente con otro, pues esto trastocaría el diagnóstico y podría terminar por dejar en la calle a un paciente infectado, con todas las consecuencias que esto traería.
Eso bien los saben Celeste, Claudia, Melisa y Esther… cada una de ellas cumple un turno de 24 horas en el IPK, donde deben concentrarse y se exigen a sí mismas una dedicación extrema.
Ella son de las pocas que han tenido de cerca el virus en todo el país, junto a las laboratoristas de las otras dos entidades donde se realizan estos diagnósticos en la Isla: una en la provincia de Villa Clara, para todo el centro, y otra en Santiago de Cuba, para todo el oriente del país.
Justamente estas cuatro jóvenes cubanas fueron las encargadas de diagnosticar los primeros tres casos positivos al coronavirus en Cuba, cuando los tres turistas italianos que se encontraban en Trinidad fueron traslados de urgencia al IPK para confirmar la presencia del COVID-19 en sus organismos.
No hay palabras para describir la valentía y el coraje con el que trabajan estas jóvenes muchachas, arriesgando sus vidas para que otros puedan salvar la suya.
El Gobierno cubano ha revelado que solo posee la capacidad de realizar 1000 pruebas diagnostico diariamente, eso trabajando a su máxima capacidad en los tres laboratorios existentes en el país, pues aún no cuenta con las kits rápidos que permiten en solo minutos obtener los resultados.
El coronavirus se extiende por Cuba y estas mujeres lo saben desde el primer día. Hallarlo en su laboratorio por primera vez debió ser un momento difícil, de esos en que te tomas un minuto para callar, mientras piensas “está aquí, en mis manos y es terrible”.
Las palabras sobran y las ideologías ahora deben quedar a un lado. Solo aflora un sentimiento de profundo agradecimiento para estas muchachas, verdaderas heroínas que junto a tantos otros alrededor del mundo que están hoy al filo de la enfermedad y se mantienen luchando.
Fuerza a todos, que estamos seguros que el trabajo que hoy están realizando, que de hecho ya tiene frutos, se verá totalmente realizado cuando juntos podamos derrotar este enemigo silencioso que hoy nos golpea sin piedad.
