Un día como hoy, pero hace 97 años, nació la rosa de Cuba, una artista que se convertiría en ícono de la escena nacional y la vedetta más famosa de Cuba: Rosita Fornés. Ahora, ya retirada de los escenario, sigue siendo considerada una de las figuras más grandes de la historia cultural de la mayor de las Antillas.
Aunque nacida en Nueva York el 11 de febrero de 1923, todos sus admiradores la consideran una cubana de pura cepa, pues con sus padres llegó a la isla caribeña con solo 2 años de edad y desde allí comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo del arte.
Nacida en el seno de una familia española, inició su camino hacia la fama dentro del recordado programa La Corte Suprema del Arte, en la radio emisora CMQ. Este hecho conduce a que unos meses después, debute como actriz cinematográfica en el largometraje Una Aventura Peligrosa (1939) dirigido por Ramón Peón.
En 1940 debuta en el teatro con la zarzuela ‘El asombro de Damasco’, y desde entonces y hasta hoy cultivó varios géneros del canto, del baile y el drama, y devino en una de las vedette más famosa de Cuba, México y España.
Ha trabajado junto a los más famosos actores y actrices de su época, como los argentinos Hugo del Carril, Luis Sandrini, Libertad Lamarque y Tita Merello; o los cubanos Rita Montaner, Maruja González, Zoraida Marrero, Bola de Nieve, Benny Moré, María de los Ángeles Santana y Esther Borja; y junto a los maestros Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Adolfo Guzmán, González Mantici, o Armando Romeu.
Rosita Fornés actuó en ante los más celebres auditorios a nivel mundial y su talento la llevó a recorrer escenarios de Estados Unidos, México, España, Hungría, Bulgaria y Rumania, entre muchos más.
En el cine mexicano se convirtió también en una figura muy querida tras su participación en más de una decena de filmes y allí se ganó el sobrenombre de la «Vedette de América».
A pesar de su fama internacional nunca dejó de trabajar en Cuba, donde triunfó en la opereta, la zarzuela, así como en revistas y espectáculos musicales.
Hermosa, rubia, de ojos verdes, con una voz de soprano que le ha permitido abordar géneros como la canción, la balada, la zarzuela o la opereta. Uno de sus máximos devotos, Tony Pisani, mantiene en YouTube una colección de videos que da fe de esos muchos pasajes de su existencia.
Ojalá tenga, y tengamos otra vida, para seguir disfrutando de su encanto. De su paso ligero pero no intrascendente; de su facilidad para hacer comedia y su poder como dueña de una escena dramática; de su manera de ser, sin estridencias, sencillamente, La Fornés.