El popular cantante cubano Alfredito Rodríguez ha publicado en las ultimas semanas en sus redes sociales una serie de fotografías tomadas durante sus años de juventud y popularidad en Cuba que han dejado a sus seguidores con la boca abierta. Su voz es difícil de confundir, pero también lo son su rostro, sus gesto y su estampa.
Su mérito, además de su demostrado talento vocal, estuvo también en saber lucir un smoking en un país tropical como Cuba, cuando lo casi obligatorio era usar guayabera, camisa de guinga o alguna ropa verde. Tampoco pasaban desapercibidos los rizos y ondulaciones de su cabello, que lo convirtieron en uno de los rostros masculinos más bellos de la televisión cubana.
De su vida fuera del escenario poco se conoce, pues fue de estos artistas en Cuba que mantuvo siempre lo privado alejando de los focos. Claro que existían los rumores y los chismes, pero lo suyo era cantar y llenar teatros y plazas.
Entre 1983 y 1990 ganó ocho veces el Premio Girasol, por el voto popular en la revista Opina. Había llenado la sala de conciertos del teatro Karl Marx. Tenía cinco discos lanzados. Había grabado videoclips con Mirtha Medina y cantado a dúo con damas exquisitas como Ana Bell. Y mantenía perfectamente acoplada su melena ondulatoria.
Alfredito Rodríguez no fue de esos cantantes que interpretaban sones, guarachas y en su repertorio apenas hay algún bolero, sino baladas románticas, fáciles, pegajosas.
En la Cuba de los 80 desbordaba estadios, en Miami actualmente, se presenta en un cabaret para 200 personas, pero dice que no le duele. Pero Alfredito parece de 40, a pesar de llevar sobre su voz 70 años de vida.
Desde 2015 vive en Miami, junto a su esposa. Allí emigró de forma definitiva para poder estar más cerca de sus hijos, Daniel y Alfredo.
