El cubano Octavio Carrera Gonzalez llegó a España en 1996 como inmigrante con el bolsillo llenos de sueños, para estudiar un doctorado en Humanidades en la Universidad Jaume I, en Castellón. Atrás quedaron sus padres, su hermano y su sobrino, en su barrio natal de La Habana Vieja.
Por el camino se le fueron abriendo las puertas y se enamoró de España, su cultura y su gente. Pero también se le abrieron las puertas de una nueva casa, la que le brindaron sus hermanos masones y por lo que cada día crece más como persona, según confesó.
Su entrega y dedicación le valieron para ser elegido la pasada semana Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Masónico de España, considerado la máxima figura de la masonería en ese país dentro del conocido rito escocés, que incluye 33 grados.
Aunque su elección se realizó el pasado 9 de noviembre, no fue hasta esta semana que ocupó de forma oficial el cargo, posición en la que se mantendrá por los próximos cinco años.
Un cubano es el primer extranjero que ocupa este cargo dentro de la masonería en España
La estructura del Supremo Consejo Masónico de España es bastante piramidal y los nombres de los cargos aun se mantienen a tono con los de siglos anteriores. Desde su cargo como presidente del Supremo Consejo tiene posibilidades de trabajar en la forma en que la masonería en España se relaciona con la sociedad representar internacionalmente a este consejo a nivel mundial.
«Como Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Masónico de España me tendré que encargar de los grados más altos de la masonería en el país. Entre estos, los que se dedican fundamentalmente al estudio de la masionería, su historia, el contenido de los rituales y la esencia ética de la masonería», explicó en una reciente entrevista con Martí Noticias.
Carrera González es el primer extranjero en la historia de la masonería en España, y claro, el primer cubano, en ocupar esa posición. Contrario a Cuba, donde para ser Gran Comendador se tiene que haber nacido en la isla, en España no existe esa obligación para optar por el puesto.
En 1998 presentó su solicitud y se inició en el mundo de la masonería, en el primer grado. Luego pasó los tres primeros para poder acceder a los llamados grados filosóficos, a los que se llega por cooptación. Desde allí, gracias a su estudio constante, continuó avanzando hasta el grado 33, que es el máximo.